"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y Dios vio que estaba bien. El verde de los árboles, la altura de las montañas, el croar de las ranas. Todo era armonía. Y entonces Dios creó el primer mostrador... y una hueste de clientes surgió de las tinieblas. Y Dios calló y el mundo ya nunca fue el mismo".

jueves, 23 de agosto de 2007

Ficciones

Lo que sigue a continuación es un cuento, algo atípico en este lugar. El Capitán Burton pide disculpas de antemano. Espera de esta forma acallar esas voces que reclaman un libro de su autoría.

La única finalidad es la de rendirle una suerte de homenaje a aquellos que tan generosamente han puesto un link al costado de sus bitácoras o que han reseñado alguna vez las anécdotas que aquí se cuentan.

El Capitán Sir Richard F. Burton sabe que han quedado muchos excluidos, y lamenta profundamente no tener el ingenio suficiente para poder incluirlos a todos, sin que el cuento se haga más extenso de lo que ya tortuosamente es.

Para una lectura más ágil, es recomendable hacer los correspondientes clics después de haberlo leído.

Una última pero necesaria aclaración. Dado que es una ficción, los personajes pueden no guardar relación con la persona vinculada. Espero nadie se ofenda.


A Link, y no precisamente Daniel.


El hombre consulta su reloj. La puerta del bar se abre. Le hace un gesto al recién llegado, indicándole que se siente en su mesa.
-Sí, soy yo. El que lo llamó, el que le dijo aquello.
El mozo se acerca y deja otro cortado y una lágrima.
-Verá, Patricio, no quiero que se asuste, pero lo hemos estado observando. Que usted suele venir a este lugar todos los días, sentarse en esa mesa junto a la ventana, y leer el diario mientras toma una lágrima antes de ir a trabajar, ya se habrá dado cuenta que no nos es desconocido. Aunque a usted le parezcan simples detalles, este tipo de datos son la base de todo el funcionamiento de nuestra organización. Ya sé, Patricio, todo es confuso y usted está pensando en levantarse. Le aconsejo que se quede unos instantes más. Tome su lágrima, antes que se enfríe.
Le decía, la organización funciona recopilando datos. Son grupos de treinta y seis personas para ser más precisos. Pero vayamos despacio. La actividad principal es la observación. Por ejemplo, usted entró aquí y miró todas las mesas hasta que yo le hice señas. ¿Notó que, por ejemplo, detrás de nosotros se encuentra sentada una pareja? Ambos con remeras similares, aunque la de ella es rosa y la de él celeste. Ella está abrazándolo y él lo más seguro es que en unos instantes la bese. No hace falta observarlos demasiado para darse cuenta de ello. Pero si usted dispusiera de personas que tomaran datos continuamente, sabría que a ella en unos instantes le sonará el celular, y que se tratará de una oferta de trabajo, una traducción para ser más precisos.
Sabría también que aquella madre que camina apurada, llevando a sus hijos de la mano, es una escritora, y que en este preciso instante en su cabeza está escribiendo el tercer capítulo de su novela.
Que el hombre que está sentado un par de mesas a la izquierda tiene puesta debajo de la camisa una remera de una banda de rock. Que esa chica que lee a Kundera obtuvo el libro de una forma particular.
O que aquél hombre que usa sombrero es en realidad esquizofrénico y tiene por lo menos tres personalidades.
Pero estimado Patricio, no se deje engañar, no nos dedicamos solamente a investigar las vidas. El pasado no es exactamente lo que nos preocupa.
En algún momento la organización descubrió que hay ciertas pautas que tienden a repetirse. Ciertos comportamientos que son inherentes a cada persona y que son difíciles de evitar. Una articulación correcta de esos datos nos ha permitido predecir algunos hechos.
Por ejemplo, mire usted a aquella persona que se dirige a su trabajo. Mírela bien. De un momento a otro se agachará a atarse los cordones. Nos es imposible saber en qué lugar exacto lo hará, pero le aseguro que será en esta cuadra. Hay algo en esta geografía, en este tramo de la avenida Córdoba, que le dispara algún recuerdo, algo imperceptible incluso para él mismo, pero que se repite siempre. Ahí lo ve, ahora mismo se ha agachado. Le aclararé que la organización desconoce en absoluto la compleja arquitectura de la mente, pero eso no impide que pueda sacarle provecho a esos oscuros procesos que la dominan.
Ya veo, esto le parece poca cosa. ¿De qué puede servirnos este simple y rutinario hecho? Pues vea que la organización cada tanto, hace pequeños ajustes. ¿Qué hubiera pasado si una cuadra antes, alguien se hubiera acercado para decirle que tenía los cordones desatados? Ya ve. No hubiera frenado en esta cuadra, hubiera seguido caminando y para la organización esas intervenciones pueden ser determinantes.
Usted se pregunta por qué treinta y seis personas, por qué no cuarenta, o cincuenta o cien. La experimentación nos ha llevado a esa cifra. Con menos no se obtienen datos suficientes, con más el mismo grupo de observación comienza a influir sin saberlo en los comportamientos de las personas.
No le voy a mentir. La organización existe desde hace ya mucho tiempo, pero la tecnología ha hecho que nuestros pronósticos sean cada vez más precisos. Tenemos gente especializada que analiza y computa los datos.
Usted no cree lo que le digo. He visto que ha querido levantarse varias veces del asiento. Supongo que lo que le dije por teléfono lo ha hecho quedarse. Pues bueno, sepa que aquello fue solo una mentira. Nada de lo que le he dicho por teléfono ha sido cierto. Pero tenga por seguro que desde el momento en que se sentó en esta silla, solo le he dicho la verdad.
Entiendo que reaccione así. Créame que lo entiendo y no, no estoy loco.
¿Qué para qué le he dicho todo esto?
Patricio, le he dicho esto porque… -el hombre consulta su reloj, una mujer pasa por la ventana del bar, una mujer que es una más entre todos los que caminan en esa ciudad- Porque necesitaba decírselo. Sabe… además no lo he retrasado demasiado, casi a esta misma hora usted estaría saliendo hacia su trabajo. Veo que se levanta. Está bien. Me parece justo –en la mesa de atrás suena el celular, la chica de rosa dice que sí, que acepta el trabajo con gusto-. Solo le pido que me escuche unos segundos más, solo un momento. ¿Sabe por qué le he dicho todo esto, por qué le he contado esta historia? Porque usted Patricio, usted iba a salvarla.

De afuera llega el ruido de un auto que intenta frenar, el grito de una mujer, y el terrible ruido del cuerpo al chocar contra el asfalto.

26 comentarios:

Capitán Burton dijo...

Deberé agregar que en el caso de Eleanor, la relación está dada por el cierre de su blog.

gerund dijo...

Gracias, Capitán, por este bello regalo (y por su genial ingenio de siempre!).

Un efusivo estrechón de manos, con sonrisa de oreja a oreja.

g.

(pd, qué observador!! ^^)

Anónimo dijo...

Ah! me encantó el cuento! Qué linda sorpresa!
Qué bonito homenaje! Me dan ganas de tener un Blooooooooggggg!


Es una contentura, usted, Capitán Burton :)

Nato dijo...

Yo sólo deseo leerlo siempre...

me gusta que su genialidad nos acompañe a diario (en realidad no tanto), sin embargo me gustaría tanto verlo todos los días en la biblioteca que está al lado de la puerta de mi casa.. que me diga hasta pronto, y que bueno que llegaste cada día.

El cuento, genial. Si así escribe cuando tiene la presión de crear un enigma o meter tanto personaje, Cómo lo hará en la paz de un papel blano??!!

Nato dijo...

blanco, papel blanco

FL dijo...

¡Chapeau!, Capitan

A m me emocionó estar incluido en su ficción, pero no respondo ni por Rodolfo, que probablemente le curse una denuncia por difamación, ni por el Hijo del Dr. que probablemente le mande unos matones para que le rompan las piernas.

Dayana dijo...

Capitán, que pena que dí de baja mi blog hace un tiempo, siempre ando con mi vocación de musa a la rastra y me hubiese encantado estar en el cuento.

De todas formas, ahora tengo una nueva ocupación bloguera: promotora de blogs.
Así como me ve, me calzo el uniforme de varios blogs que me gustan y siempre que alguien me comenta de su gusto por los libros, la literatura y que anda con ganas de reirse un rato, los mando para acá y para el blog de la madre con el 3er capítulo de la novela en la mente.

Hoy me puse el trajecito de atencionviandante.blogspot.com
otro buen blog que recomiendo, en especial a los que necesiten consejos para seducir y/o conquistar al hombre/mujer de sus sueños. O al menos vean que se puede hacer mucho humor con eso.

Saludos

Verónica Sukaczer dijo...

Capitán: he recibido con alegría, emoción, honor, este regalo suyo. Maravilloso. Escribe muy bien usted. Ficción digo. Me gustaría leer algo más. Sabe dónde encontrarme. Se lo agradezco de corazón. Saber que lo que una hace toca la vida de los otros, en pequeña o gran medida es, justamente, el sentido de todo esto. Gracias de nuevo. Por su amistad virtual y la atención que siempre me ha brindado -menos detrás del mostrador. Lleve saquito.
Cariños
¡

Herbie dijo...

Excelente!
Gracias!

Capitán Burton dijo...

Gerund: Gracias por la sonrisa de oreja a oreja. ¿Se habrá dado cuenta que, en línea en que la nombro, el tiempo verbal que utilizo es el gerundio para usted y el subjuntivo para su pareja?

Ojos de Suri: Gracias, me alegro que le haya gustado el cuento. Y es todo un honor que mi persona pase a ser la contentura.

Natalia: Muchas gracias. El día que edite un libro será fácil adivinar en que librería trabajo. Misteriosamente todas las mesas y estanterías tendrán exhibida la novela.

Fodor Lobson: Uno de tres no está nada mal.

Dayana: Lamento no haberla incluido de todas formas. Créame que he visto sus recomendaciones en varios lugares, y le estoy profundamente agradecido. Muchas pero muchas gracias.

Verónica Sukaczer: Me alegro que le haya gustado. Le confieso que temía que alguien se ofendiera. Por suerte ha resultado todo lo contrario. Llevaré saquito y seguiré leyéndola.

Herbie: De nada, gracias a usted por el link.

Geoffrey Firmin dijo...

Pese a llegar tarde a sus aventuras, debo decir que me han cautivado enormemente.
Solo queria comentarlo. Brillantes posts.

Anónimo dijo...

Usted se ha convertido en algo así como un hermano para mi

Lo leo siempre, me emciona, me alegra, me da orgullo...

Maravilla del internet

Subjuntivo dijo...

Capitán!
Me siento honrado!

Mientras leía, peude creerlo, hacía como todos los que no lo dicen: "Estaré? Estaré?". Y me pasé por alto sin notarlo, abstraído como estaba en la lectura! Y como me gustó el cuento, no me importó y me olvidé.
Sólo cuando vi el post de G caí en la relectura...


Gracias mil!



Saludos,
S.

Anónimo dijo...

oh! que hago acá! el Capitán necesita a mi "gente"? pero si no tengo "gente"! el soylent green ya los ha transformado en otra cosa, bueno, allá computaremos los datos que el capitán requiera.

Larga vida al capitan!


La Gente de Fabio.com.ar :)

Ana C. dijo...

Primera vez por aquí y entro por un cuento precioso y con una idea buenísima. Seguro que no va a ser la última vez.

Un saludo

Satamarina dijo...

Me pareció tan cinematográfico el relato...en ese corto me gustaría ser Patricio.

saludos

de vuelta voy a recomendar su lectura en mi blox.

Ana C. dijo...

Mire el descubrimiento que me tocó hacer hoy. Me lo leí todo y lo guardo para volver. Encantada.

Cassandra Cross dijo...

Es un excelente relato, que da gusto leer.
No soy digna, pero muchas gracias :-)

Anónimo dijo...

Magistral!!!!!!
Estoy a tiempo de poner un blog? quiero mi personaje!!!!!!!!!!!
Yo lo leo siempre

Anónimo dijo...

Hermoso cuento!! Como lectora asidua de sus líneas, aunque cada vez menos bloggera (o más vaga) admito que este blog se transformó en la más constante conexión con la blogósfera. Casi adictivo. Excelente.

El flaco de la bicicleta blanca dijo...

Muy buen relato, Cap. Excelente como siempre. La excelencia puede conducirnos a la rutina, salvo cuando la excelencia se renueva constantemente, como en este blog.
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Qué lindo llegar de vacaciones y encontrar un regalo esperando en casa (o la pc, q es lo mismo). Y con un final de los q me encantan. Gracias Capitán!!

Maguitxu dijo...

Nietzche decía algo así como que nos empeñamos en encontrar leyes explicativas donde sólo hay azar.
Borges -bien al vesre- dice que el azar es "el nombre que nuestra inevitable ignorancia da al tejido infinito e incalculable de efectos y de cauas"
Pero no se si son tan antagónicas, por lo menos para la organización. "Una articualción correcta de datos..." me parece que puede encajar haciendo equilibrio. Genial. El relato me ha puesto el cutis de ave...por no decir piel de gallina...

Anónimo dijo...

Desborda creatividad, Capitán, y consideración por el prójimo. Por supuesto, un cliente no entra en la categoría de prójimo.

Capitán Burton dijo...

Geoffrey Firmin: muchas gracias, espero que siga disfrutando de mis desgracias.

Anónimo: mientras no me vengan con adjudicaciones de hijos, bienvenidos sean todos los elogios.

Subjuntivo: me alegro que lo haya disfrutado.

Fabio: gracias a usted. Larga vida para usted también.

Ana C.: bienvenida y muchas gracias por todos sus comentarios. Veo que estuvo dando vueltas por todas las entradas.

Marina: gracias por sus dos recomendaciones. Saludos a Azucena.

Ana C.: vuelvo a darle las gracias.

Cassandra Cross: me alegro que le guste. De nada.

Jorge: y en una de esas en la librería pongo un cartelito que diga "se escriben novelas a pedido". Personaje principal $80, secundario $50, mención en un párrafo $5. Habría que pensarlo.

La Lau: muchas gracias. La vagancia es una de las peores adicciones.

El flaco de la bicicleta blanca: muchas gracias por sus palabras. Exageradas, pero muy bien recibidas.

Ceci: de nada. Gracias a usted por su link.

Maguitxu: Muchas gracias por todos sus comentarios. Veo que tuvo una noche de insomnio que pudo curar con la lectura de varias entradas. He estado por NO FOCALIZO, y su apreciación sobre no aclarar el lado del mostrador en los avisos, me ha hecho entender las barbaridades que he escuchado decir a aspirantes al puesto de librero.

Cebolla: Gracias. Trataré de seguir desbordando.

Anónimo dijo...

No pasaba por acá desde hace tiempo. Justamente por la falta de este último.
Fue un regalo para mí (aún sin blog)leer tu relato.

Un abrazo.