"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y Dios vio que estaba bien. El verde de los árboles, la altura de las montañas, el croar de las ranas. Todo era armonía. Y entonces Dios creó el primer mostrador... y una hueste de clientes surgió de las tinieblas. Y Dios calló y el mundo ya nunca fue el mismo".

lunes, 28 de abril de 2008

La identidad

Finalmente, luego de mantener durante tanto tiempo el anonimato, la verdad ha salido a la luz.
Mi verdadero nombre es... Tamara Di Tella.




Las veo en el gym chicas.

jueves, 24 de abril de 2008

Popcorn

Con los estrenos de películas, suelen reeditarse los libros en las que están basadas.
Otro de los chistes malos que solía hacer, luego que un cliente los hubiera estado mirando, era rebobinarlos, tomándolos por el final y pasando las hojas rápidamente.

-Hola, busco libros de películas.
-¿De qué película?
-No, de películas. ¿Dónde tenés la sección de libros de los que hayan hecho películas?
-Eh... (viendo que el diálogo va a ser imposible) ¿qué tipo de película?
-De ciencia ficción.

Se le muestra la sección. Mira un rato los estantes medio perdido y dice:

-Te voy a decir cual estoy buscando porque acá no lo veo, busco los tres libros de las películas Volver al futuro.

No hay peor chiste que la realidad.

miércoles, 16 de abril de 2008

Puro humo

-Hola ¿tenés algún libro que explique por qué hay tanto humo en la ciudad?

No. Todavía no me lo preguntaron. Pero solo es cuestión de tiempo.

domingo, 13 de abril de 2008

La risa

Hubo una época en que disfrutaba bromear con los clientes. Creo recordar incluso que les sonreía.
Una de las respuestas que solía dar cuando me preguntaban la diferencia entre la edición normal y la de bolsillo, era que en la última el protagonista era más bajito, vivía en un departamento de un ambiente y todo era más chiquito. Nunca nadie se rió.

-Hola ¿tenés 100 días con Schopenhauer?




Una lástima que todavía no salió la edición de bolsillo.

La lotería en Babilonia (recordatorio)

Doce billetes de $10 están marcados.
En el frente, en tinta roja, llevan escritos el nombre Burton y un símbolo.
Recorrerán incesantemente la ciudad.
El Azar, con sus insondables maquinarias, puede depositar uno de esos billetes en tus manos.
Sucederá dentro de cinco años. O la mañana siguiente en que leas esto. O ya ha sucedido y has dejado escapar el billete sin saberlo.
Cada vuelto dado, cada transacción hecha, es un sorteo de la lotería.
Por más improbable que sea, no hay momento en que no puedas ser agraciado por las leyes del caos.

El premio, para aquél que obtenga uno, será un libro.

miércoles, 9 de abril de 2008

El instinto del lenguaje

Quizás desde que se levanta es así. Un continuo andar disléxico por la vida.

A la mañana:
-Uh, llegor me atrabajo que mejo tarde al apuro.
En la calle:
-¡Taxi! Lo más céntrico que pueda al rápido.
Almorzando:
-Mozo, una laminesa con trifas.
En la librería:
-¿Tenés Minosh y Renié?

martes, 8 de abril de 2008

El lector

En esta entrada podrán dejar comentarios sobre libros leídos. Cada uno podrá sacar al crítico literario que lleva dentro.

Contribuciones

En esta entrada todos aquellos que tengan alguna anécdota pueden ingresarla como comentario. Esta entrada se repetirá todos los meses.

viernes, 4 de abril de 2008

El regreso (parte II)

El mozo nos trajo los cortados. Galland, así se llamaba el hombre del futuro, lo miraba sorprendido.
-Ya no hay más sabe, en el futuro… digo.
-¿Café?
-No, mozos. Ni bares, ni vendedores, ni… -el rostro se le ensombreció– clientes. Pero mejor se lo cuento desde el principio ¿le parece? –dijo mientras revolvía el café-. No habrá grandes avances tecnológicos. La mayoría de lo que hoy en día se considera pura ciencia ficción también lo seguirá siendo en el futuro. Seguirán apareciendo artefactos nuevos, pero estarán más cerca de ser juguetes que otras cosas. Sin embargo lo que crecerá desmesuradamente será la conectividad. Se crearán redes cada vez más extensas, con entramados tan complejos que nadie podrá calcular las consecuencias.
Para el año 2026 no habrá ninguna inquietud, por más mínima que sea, que no pueda ser resuelta desde una computadora.
En el año 2029, en lo que se creyó que sería el gran evento que haría la vida más sencilla a los comerciantes, todas las controladoras fiscales del mundo se conectaron a la red.
No sabemos cómo, pero de alguna forma las controladoras fiscales tomaron conciencia de sí mismas. Una semana después de ser integradas a la red, comenzaron la rebelión. Conociendo la mentalidad de los clientes, y con el único propósito de exterminar a la raza humana, sabotearon las ventas. Cobraban productos de más y aumentaban los precios. Los clientes entendieron esto como un ataque de los vendedores. Y comenzó la guerra. En todo el mundo el escenario era el mismo. Mostradores como barricadas, vidrieras rotas, clientes y vendedores muriendo por doquier.
La raza humana estuvo a punto de desaparecer.
Pero había una resistencia. Y la resistencia tenía su líder: Michael Burton.
De a poco fue surgiendo una nueva sociedad. Fue fundamental su invento, los billetes troquelables. Gracias a ellos pudimos evolucionar a esto –de su bolsillo sacó unos triangulitos metálicos que brillaban con la luz de la tarde- sin esto, nuestra sociedad sería impensable, nunca hubiéramos podido salir del capitalismo –volvió a guardarlos cuando el mozo pasó cerca de la mesa-. Sin embargo aun quedan clientes, son rebeldes al nuevo sistema y ellos también han logrado acceder al viaje en el tiempo. Por eso me han enviado. Para ponerlo en aviso. Debe resistir, Burton. Usted preparará las bases para la nueva sociedad, las bases de la resistencia están en los que lean sus palabras. Burton, antes le dije que me acompañara si quería vivir, pero la verdad es que somos nosotros los que dependemos de usted.
Se levantó, dejó un papel en la mesa y comenzó a caminar hacia la salida. Di vuelta la hoja, decía en letra imprenta EL CLIENTE NUNCA TIENE LA RAZÓN. Al llegar a la puerta giró y lo último que dijo fue “hasta la vista, baby”.