"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y Dios vio que estaba bien. El verde de los árboles, la altura de las montañas, el croar de las ranas. Todo era armonía. Y entonces Dios creó el primer mostrador... y una hueste de clientes surgió de las tinieblas. Y Dios calló y el mundo ya nunca fue el mismo".

miércoles, 7 de febrero de 2007

Estadística

El mundo esta lleno de pelotudos. No es ninguna novedad, ni es algo que sorprenda. Debe ser algo estadístico, o debe tener algo que ver con el ADN. Algún mecanismo que tiene la naturaleza para regular el buen funcionamiento del mundo. Lo que no deja de llamarme la atención es por qué el último cliente tiene que ser siempre el más pelotudo. No le importa que lo estén mirando todos los vendedores, ni que las luces estén tan bajas que los libros tendrían que estar en braille para poder se leídos. El ruido de la persiana bajando apenas si lo afecta. Permanece de pie, ignorando las invitaciones a pagar el libro y retirarse. Hasta que algo dentro suyo determina que es hora de irse, como si supiera exactamente el momento en que nos hizo perder el colectivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto me recuerda a las profesoras, que no te dan clase en toda la hora porque boludean, y cuando toca el timbre para el recreo o porque te podés ir, ¡decide darte tarea o explicar algo!!! ah!!!!!
av

Anónimo dijo...

La pelotudez tiene mucho de inconciencia. Los mejores pelotudos no saben que lo son. En cambio, hay humildes pelotudos (como yo) que intentamos ser un poquito menos pelotudos todos los días. Está claro: somos conscientes y por eso queremos cambiar.